“Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor.”
(1 Samuel 14:47)
Al principio Saúl perdió las asnas y cuando fue a buscarlas se encontró con el profeta Samuel, Saúl era un hombre joven y hermoso de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo y el profeta Samuel ungió con aceite a Saúl y se volvió el Rey de Israel. Él era muy humilde, en este versículo que leímos hoy dice: “Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor.”
En nuestra iglesia, cuando llevamos la vida espiritual, cuando iniciamos predicando el evangelio y las personas reciben la salvación, por lo regular en el corazón de los hermanos piensan ¡Yo predico muy bien! El problema no es el hecho de pensar que yo predico bien, sino cuando guardamos ese corazón; en ese momento nos volvemos torpes en confiar en Dios. Y comenzamos a vivir confiando en nosotros mismo y usando nuestra propia manera. Mientras yo ministro la iglesia, veo a muchos hermanos muy preciosos, ellos predicando el evangelio muchas personas reciben la salvación y la iglesia va creciendo, pero que sucede cuando su corazón empieza a enaltecerse y a confiar en sí mismo, desechan a Dios y el siguiente paso es confiar en si mi mismo y al final Dios lo desecha, así he visto a muchas personas.
Saúl es un buen ejemplo, Dios llamo a Saúl y le dio una gran fuerza y la capacidad para poder librar al pueblo de Israel, pero su corazón se enalteció, se ensoberbeció y comenzó a vivir siguiendo su propio corazón y su propia ambición. Cuando iniciamos este camino del evangelio es algo muy precioso, pero hay una realidad, cuando desde un principio le va bien en el ministerio en su corazón se forma la confianza “¡Yo predico bien! ¡Mi iglesia crece!” y después, ya no sirve al señor sino que se sirve así mismo, ya no consulta al señor no sigue la palabra, ni la voluntad de Dios, y eso sucede muy a menudo.
Saúl fue el Rey establecido por Dios, él era humilde y era muy precioso. Dice aquí “Después de haber tomado posesión del reinado de Israel,… y adondequiera que se volvía, era vencedor.” Desde el momento que Saúl se hizo rey le iba muy bien, él tenía que clamar al señor, tenía que orar y mirar al señor, pero él fue perdiendo esta oportunidad y confiando en su propio pensamiento. También cuando ataco a los amalecitas, Dios le dijo que matara a todo, ovejas, ganado, hombres, mujeres, niños, aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos, sin embargo el perdono a lo mejor de las ovejas y el ganado engordado, podemos ver que eso encendió la ira de Dios, y fue desechado por Dios.
Mientras yo anunciaba el evangelio en ocasiones se levantaba el pensamiento de que yo estaba haciendo bien, y me enaltecí y fui reprimido por Dios y avergonzado también, mirando atrás eran incidentes muy pequeños, pero por el hecho de haber recibido la salvación yo estaba satisfecho y mi corazón se enaltecía, ahora tengo mucha edad, y aun así, si yo confiara en mí mismo que sucedería, algo temible; satanás constantemente nos dice ¡lo hiciste bien! ¡Predicaste muy bien el evangelio! ¡Todas las personas te quieren! ¡Por medio de ti muchas personas están recibiendo la salvación!, constantemente satanás nos dice esto. Yo no lo hice fue por la gracia del señor, yo no soy nadie, sería tan bueno tener este corazón. Pero que decimos, es verdad yo lo hice, y empezamos a reconocernos, y después aunque tratamos de hacer bien, aunque tratamos de humillarnos, ya no podemos.
Al principio en nuestra iglesia varios hermanos que se fueron regresaron y eso me da mucho gozo y alegría, ellos me dijeron yo pensé que estaba haciendo bien, yo pensé que iba bien en la iglesia, pero como yo pensaba que estaba bien no necesitaba confiar en Dios, y me concentre tanto en seguir mis pensamientos, hasta que un día vi que ya estaba lejos de la iglesia por seguir mi ambición. Saúl fue un hombre muy humilde, por eso Dios lo levanto como Rey, pero, después de que se hizo Rey, hubiese sido tan bueno que se humillase ante Dios, sin embargo como era un hombre capaz que no necesitaba humillarse, se desvió el camino de Dios. Cuando nosotros recién iniciamos en anunciando el evangelio, muchas personas prometieron entregan su vida al evangelio, pero ahora, yo no sé dónde están todos ellos, yo también por ser inútil sigo aquí, si yo tuviese algo de capacidad fácilmente hubiera seguido mi pensamiento. Saúl era un joven humilde, hermoso de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo, por eso a él se le dificulto confiar en Dios.
Que es lo que más teme un evangelista, no es cuando hace mal, sino cuando hace bien, en ese momento humillando su corazón se vuelve un siervo inútil y comienza a orar buscando la gracia del señor, porque si persigue su propia ambición, su propio pensamiento, finalmente Dios no lo puede usar, y a la mayoría le ha pasado esto, cuando un siervo de Dios tiene esta debilidad, rápidamente Dios lo desecha, por eso convirtámonos en siervos inútiles, el Dios que nos salvo, el Dios que nos permitió conocer este evangelio, a ese Dios entreguemos nuestro corazón y nuestra vida, y estoy seguro que nuestra vida será bendita.
“Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor.” Y adonde quiera que se volvía era vencedor, esto era algo asombroso, pero también esto enalteció el corazón de Saúl e hizo que se alejara de Dios. Las personas que no ministran bien piensan así, pero los que ministran bien fácilmente pueden pensar como Saúl, que estoy haciendo bien; humillemos nuestro corazón, y vivamos solo levantando al señor, espero que la obra de Dios se manifieste en su vida personal durante mucho tiempo, gracias.