En septiembre de 2023, mi padre se fracturó un hueso del hombro y comenzó su tratamiento. Sin embargo, el dolor no cedía, por lo que el 26 de octubre le realizaron una resonancia magnética. Aunque el hueso había sanado, los resultados revelaron algo devastador: detectaron signos de cáncer en el cuello, y parecía que el cáncer se había diseminado hasta el cerebro. Al escuchar esta noticia tan inesperada, quedé paralizado sin saber qué hacer. Lo único claro era que necesitábamos trasladarlo de inmediato a un hospital importante en Seúl.
Logré hacer una cita para el 31 de octubre con el departamento de neumología y decidí viajar el lunes para recoger a mi padre, que vive en Masan. Sin embargo, después de organizar todo, recibí una llamada urgente de mi madre:
“¡Hijo, el pastor de nuestra iglesia nos aconsejó que llevemos a tu padre cuanto antes al hospital, incluso si es de madrugada, en una ambulancia! ¿Podrías venir rápido a Masan?”
Aquel consejo me generó un torbellino de pensamientos. Me pregunté si era realmente necesario ir al hospital antes de la cita. ¿No sería mejor esperar al martes? Después de todo, acudir a emergencias implicaría someterse a muchos exámenes costosos e innecesarios. Además, alquilar una ambulancia privada desde Masan hasta Seúl resultaba caro, y el viaje de ida y vuelta desde Paju, donde vivo, tomaría unas diez horas.
Sin embargo, sentí la necesidad de preguntar nuevamente a mi madre quién le había dado esa recomendación. Me dijo que había sido el pastor Young Gyo Kim de la Iglesia Buenas Nuevas Masan. A pesar de que esa sugerencia iba en contra de mi razonamiento, entendí que, ante un problema tan grande, no podía ignorar las palabras del siervo de Dios. Estaba convencido de que sin seguir la guía divina no superaríamos esta situación. Así que le confirmé a mi madre que partiría de inmediato hacia Masan.
En ese momento, no comprendía cuán crucial sería obedecer esa voz, pero ahora veo cómo Dios había preparado todo como un rompecabezas perfecto.
Esa misma noche llevé a mi padre a Seúl, y al día siguiente lo ingresamos en emergencias. Gracias a ello, en solo 13 horas le realizaron todas las tomografías necesarias y fue atendido por tres especialistas: un neurocirujano, un neumólogo y un oncólogo. Descubrimos que la fractura del cuello se había producido por el cáncer. Además, confirmaron que la enfermedad había comenzado como un cáncer de pulmón que ya se había extendido por todo el cuerpo, incluyendo múltiples tumores en el cerebro.
Como resultado, se ordenó su ingreso para el siguiente martes. Si no hubiéramos actuado de inmediato, la espera para las citas habría sido de tres a cuatro semanas, y la atención con neurocirugía no habría estado disponible hasta enero de 2024. Durante ese tiempo, mi padre habría sufrido un dolor insoportable, y quizás no habría sobrevivido.
Ahora sé que seguir la guía del siervo de Dios no fue casualidad, sino parte del plan perfecto de Dios, quien preparó cada paso para cuidar a mi padre y aliviar su sufrimiento en el momento adecuado.
“Ahora vive solo por la fe”
El viernes 27 de octubre de 2023, llevé a mi padre a nuestra casa en Paju, ya que no fue posible hospitalizarlo de inmediato en la sala de emergencias del Hospital de la Universidad de Seúl. Mi padre sufría intensamente. Ni siquiera los somníferos le permitían dormir más de una hora, y los analgésicos más fuertes no aliviaban su dolor.
El sábado 28 de octubre, el pastor Hee Moon Lee de la Iglesia Buenas Nuevas de Ilsan, a la que asisto, se puso en contacto conmigo. Me sugirió que mi padre recibiera oración por teléfono del pastor Ock Soo Park. Llamé al pastor Park y le di el número de mi padre. Mientras yo no estaba presente, el pastor Park llamó a mi padre. Aunque mi padre, debido al dolor, no recordaba toda la conversación, sí recordaba claramente estas palabras:
“Ahora viva solo por la fe en Dios. Él lo sanará y le dará la fuerza para vivir una vida plena basada en la fe.”
El mensaje del pastor Park me recordó Romanos 1:17: “El justo por la fe vivirá.” Comprendí que la única opción para mi padre era confiar plenamente en Dios y vivir por la fe.
El domingo 29 de octubre, aunque mi padre no había dormido nada por el dolor, asistí al servicio dominical. Después del culto, el pastor Hee Moon Lee me dijo:
“En Isaías 54:1, Dios dice: ‘Canta, oh estéril, tú que no dabas a luz.’ El cáncer no es nada. Dígale a su padre que cante, que proclame: ‘Dios ya me ha sanado’ y que se ría con alegría.”
Transmitir estas palabras a mi padre fue un desafío, pues su sufrimiento era evidente. Sin embargo, al recordar las palabras del pastor Park —“Ahora viva solo por la fe”—, entendí que no había otra salida para nosotros más que confiar en la palabra de Dios. Llamé a mi madre, que estaba cuidando a mi padre, y le pedí que pusiera el teléfono en altavoz para que ambos pudieran escuchar.
“Madre, nuestro pastor dice que debemos reírnos. Díganle a papá que proclame que Dios ya lo sanó y que se ría.”
Apenas escuchó esas palabras, mi padre respondió de inmediato:
“¡Sí! ¡Dios ya me ha sanado! ¡Ja, ja, ja, ja!”
El sonido de su risa retumbó al otro lado del teléfono. Mi madre y yo no pudimos evitar unirnos a su risa. Mientras reíamos juntos en medio de esta prueba, comprendí que esta capacidad de reír, incluso en medio del dolor, era un regalo de Dios. Esta era la bendición de vivir por la fe y confiar plenamente en Él.
El plan de Dios
El martes 31 de octubre, los médicos le indicaron a mi padre que debía ser hospitalizado, pero al hacer la consulta, nos informaron que el tiempo de espera era de tres semanas. Aunque lográsemos una cama, sería solo para realizar una biopsia, y después tendría que ser dado de alta y volver a programar otra cita para revisar los resultados. Pensábamos que lo admitirían de inmediato, así que recibir esta noticia fue frustrante.
Desesperados, acostamos a mi padre, que sufría intensamente, en el suelo del jardín en la azotea del Hospital de la Universidad de Seúl, y mi madre y yo insistimos ante los médicos para conseguir una solución, pero parecía que no había manera. Finalmente, dada la gravedad del estado de mi padre, optamos por reservar una habitación especial no cubierta por el seguro. Aunque tuvimos que esperar, por fin, dos días después, el 2 de noviembre, una habitación quedó disponible, y mi padre fue hospitalizado. Con el tiempo, vimos que incluso esta aparente dificultad estaba dentro del plan de Dios.
En la habitación especial, el médico encargado revisaba regularmente el estado de mi padre y, movido por la situación, realizó la biopsia de manera que mi padre no tuviera que ser dado de alta tras el procedimiento. Además, el resultado de la biopsia estuvo listo en un solo día.
El 6 de noviembre, se le realizó un PET-CT para identificar las áreas afectadas por el cáncer. Al día siguiente, el oncólogo nos informó que, en los análisis genéticos realizados junto con la biopsia, encontraron una mutación del gen EGFR, lo que permitía el tratamiento con un medicamento de terapia dirigida. Nos explicaron que el 80% de los pacientes con cáncer de pulmón padecen carcinoma no microcítico, y que en el caso de los asiáticos, alrededor del 40% presentan esta mutación genética.
El médico nos recomendó dos opciones de tratamiento:
El medicamento Tagrisso, que tiene un costo de seis millones de wones al mes (4,350 dólares americanos), aunque la farmacéutica cubriría el 50%, dejando un costo de tres millones de wones (2,175 dólares americanos).
Otra opción es el medicamento Leclaza, desarrollado recientemente por Yuhan Corporation, que desde julio de 2023 fue aprobado como terapia de primera línea. Actualmente, este medicamento es gratuito para los pacientes, ya que Yuhan lo cubre al 100%. Además, tiene un efecto específico sobre el cerebro, lo que evitaba la necesidad de radioterapia.
Gracias a Dios, mi padre pudo recibir este medicamento de forma gratuita hasta marzo de 2024, cuando comenzará a estar cubierto por el seguro médico, de manera que solo tendrá que pagar el 5% del costo.
En un principio, resentí el hecho de que el cáncer de mi padre se descubriera tarde, pero, en retrospectiva, veo cómo Dios estaba orquestando cada detalle, preparando las condiciones, los tiempos y los recursos de una manera perfecta. Estoy profundamente agradecido al ver la mano de Dios en cada aspecto de este proceso.
La gloria y el regalo oculto de Dios en medio de la dificultad
Mi familia ha asistido a la Iglesia Buenas Nuevas de Masan desde 1987, y aunque hemos compartido el evangelio con muchos parientes, la mayoría aún no había recibido la salvación, lo cual nos entristecía profundamente. En particular, mi tío menor siempre tuvo una relación muy cercana con mi padre, su hermano mayor, pero hasta ahora, no había aceptado el evangelio.
Mientras mi padre atravesaba su sufrimiento, mi tío menor llamó, expresando su impotencia con lágrimas. Mi madre le animó a creer en Dios y le aseguró que, si lo hacía, Dios sanaría a su hermano. En ese momento, mi tío menor decidió abrir su corazón a Dios. Días después, escribió en el grupo de KakaoTalk (aplicación coreana parecida a WhatsApp) de la familia: “Desde hoy comenzaré a escuchar la Palabra de Dios. No tengo nada más que pueda hacer.”
A partir de entonces, empezó a escuchar los mensajes del pastor Ock Soo Park por internet y los compartía con mis padres: “Hermano, escuché en YouTube que Lázaro, muerto, resucitó después de tres días. Dicen que esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios. ¡Tú también vivirás de nuevo!” Todos en la familia respondimos con un fuerte “Amén”.
El pastor Young Kyo Kim, de nuestra iglesia, había compartido el mismo pasaje días antes, y escuchar estas palabras tanto de nuestro pastor como de mi tío menor nos fortaleció mucho. Finalmente, después de escuchar la Palabra continuamente, mi tío menor recibió la salvación y ahora asiste con mi padre a la Iglesia Buenas Nuevas de Masan. Al ver un video de él testificando durante el servicio dominical, comprendimos que esta era, de hecho, la gloria y el regalo de Dios oculto en medio de la enfermedad de muerte.
Este verano, mi segundo tío menor y su esposa también asistieron al retiro espiritual que celebramos junto con el World Camp. Siempre habían mirado con recelo el hecho de que nuestra familia, siguiendo la fe cristiana, no realizara las ceremonias ancestrales durante más de 30 años, y no tenían una buena opinión de la iglesia. Sin embargo, tras ver la recuperación de mi padre del cáncer, se unieron al retiro y escucharon los mensajes del pastor Park, incluyendo el versículo de Hebreos 10:10: “Por esa voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez y para siempre.” Al escuchar esto, mi segundo tío dijo: “Yo también he sido santificado.” Fue increíble y conmovedor ver cómo estaba abriendo su corazón hacia Dios, y nos sentimos profundamente agradecidos.
El justo vivirá por la fe
Aunque ya había sido declarado justo, a menudo vivía como si existiera otro camino además de la fe, creyendo que era posible vivir de otra manera. Pero Dios me mostró claramente que somos justos y que no podemos vivir sin fe.
Dicen que cuando sientes dolor debido al cáncer de pulmón, ya es una señal de que está en etapa terminal, ya que el cáncer de pulmón en sí no causa dolor; el dolor indica que se ha diseminado a otras áreas. El cáncer de mi padre se había extendido a lo largo de la columna vertebral, alcanzando también las glándulas suprarrenales y la vejiga. El cáncer en el hombro había fracturado su escápula, y el cáncer metastásico en el cuello le había roto la vértebra cervical. Además, las numerosas metástasis en el cerebro hicieron imposible un tratamiento con Gamma Knife, por lo que debía recibir radiación en todo el cerebro. Los médicos decían que, con una metástasis cerebral, la tasa de supervivencia era de menos del 8%. Sin embargo, a pesar de que el cáncer de mi padre estaba en todo el cerebro, Dios afirmó que él ya estaba sano. En aquel momento, y aún hoy, ese Dios declara: “Todo está cumplido.” Y yo creo en ese Dios. Dios nos ha conducido a creer en su palabra escrita, sin alternativa posible.
La felicidad de vivir en el asombroso mundo de la fe
La primavera pasada, durante una revisión, los doctores informaron que el cáncer de pulmón de mi padre había mejorado, al igual que el cáncer que se había propagado al cerebro. Suspendió todos los analgésicos y ahora solo toma tres píldoras de quimioterapia una vez al día. Aunque otros pacientes sufren muchos efectos secundarios, mi padre está increíblemente saludable y ha ganado bastante peso.
En su consulta del 3 de septiembre, el profesor nos dijo que todo estaba mejorando, pero que debía seguir tomando el medicamento. Honestamente, nuestra familia anhelaba escuchar al médico decir: “El cáncer ha desaparecido por completo; ya no necesita tomar este medicamento.” Sin embargo, al recordar la Palabra, comprendimos que esta situación no era una dificultad, sino una oportunidad para que se obrara el bien en nuestra vida.
Le dije a mi padre: “Papá, me alegra que el doctor no haya dicho que estás completamente curado.” “¿Por qué dices eso? ¿Qué quieres decir?” “Papá, muchos pacientes se curan después de cinco años, pero recaen y sufren nuevamente. Tú, en cambio, al tomar este medicamento, aunque el cáncer volviera, podrías enfrentarlo y vencerlo de nuevo. Solo toma este medicamento otros 40 años.” “Pero aún es un medicamento caro; eso me preocupa.” “Papá, este medicamento cuesta seis millones de wones al mes (4,350 dólares americanos), pero gracias al seguro, solo pagas 300 mil (218 dólares americanos). Qué bendición, ¿no? Muchos pagan mucho dinero por suplementos o medicamentos para la presión arterial, y tú puedes tomar este medicamento por un precio accesible. Además, Dios me ha bendecido para que no tengas que preocuparte por el costo del medicamento. Aunque he vivido lejos desde los 22 años y rara vez podía verlos en las fiestas, ahora, cuando vienen al hospital, se quedan en casa por una semana, y eso me hace muy feliz.”
La Palabra realmente es asombrosa. No cambió nuestra situación ni resolvió nuestros problemas, pero transformó nuestra forma de verlos, convirtiendo las dificultades en esperanza y las preocupaciones en felicidad. Estoy agradecido con Dios, con la iglesia y con su siervo por permitirme conocer y experimentar el increíble mundo de la fe.